Hay cosas que se olvidan fácilmente. Nos acostumbramos tanto a las nuevas versiones de la realidad que las anteriores nos parecen tan lejanas que, de hecho, no podríamos regresar a ellas.
Nada describe este fenómeno mejor que esta etapa de la humanidad. Estamos hiperconectados. La información depende más de nosotros que de los periódicos e inclusive de la televisión. Las marcas hacen estudios de marketing digital para saber qué queremos. Interactuamos con gente que está al otro lado del mundo en simultáneo y como si estuviéramos tomando un café en nuestro living. Esta forma y cantidad de comunicación no tiene precedentes.
Todo tiene que adaptarse a esta nueva forma de existencia comunicacional. La televisión necesitó a Netflix, que usa un método de navegación similar al de los buscadores que usamos en la PC, en la tableta o en el Smartphone. La radio se mudó a internet y apareció en forma de podcast. Los libros se volvieron ebups, para no alejarse de los nuevos formatos de lectura, etc.
Hoy en día todo es portable. En nuestros dispositivos tenemos videos, fotos, audios, libros, juegos… Prácticamente todo lo que hace a nuestra cultura y a nuestro entretenimiento. Claro que esa portabilidad sólo es funcional con la existencia de esa pequeña gran red que nos contiene cada día: Internet.
Hasta hace poco se hablaba de Internet 2.0, que fue la primera en hacer que la comunicación sea bilateral (ya no como en la TV dónde uno habla y los demás, de otro lado de la pantalla, escuchan). Cuando los dispositivos móviles se hicieron masivos, se empezó a hablar de Internet 3.0. Ahora la información no sólo va y viene, sino que además nos acompaña a dónde queramos.
¿Qué sería de nuestra vida sin Whatsapp? Antes se practicaba pasar las palabras orales a las escritas, en formato carta, después en mail e inclusive en el Whatsapp primitivo. Ahora nos acostumbramos mandar audios, pequeños mensajes fáciles de transmitir que se mueven en segundos por la gran red virtual.
Nuestra vida se hace más fácil con cada batalla ganada por la tecnología. Se puede decir que la comunicación es menos humana, pero… ¿qué es lo humano? Grupos de personas de muchas nacionalidades distintas unidas por un interés en común pudiendo comunicarse es humano. Poder tranquilizar a una madre que espera a su hijo gracias a un Whatsapp es humano. Que alguien conozca al amor de su vida en Tinder u otra app de citas es tan humano como una cita a ciegas.
Es cierto somos muchos los que no recordamos cómo era nuestra vida antes de la hiperconexión, como es cierto que, en parte, dependemos demasiado de nuestros dispositivos y de Internet. Ese es el karma tecnológico.
Probablemente nos quede mucho por descubrir, las cosas pasan cada vez más rápido y, en la vorágine, perdemos hasta la memoria. Pero no confundamos este cambio con inhumanidad, porque sólo gracias a la humanidad, a la búsqueda de conocimiento que los humanos estamos aquí, cada vez más conectados entre nosotros.